viernes, 10 de diciembre de 2010

Lugares, calles, escenas

Redescubrir lo que siempre ha estado ahí. Descubrir lo nuevo que habita en lo cotidiano. Comprender lo que nos dice hoy que no entendimos o no escuchamos ayer.

“Hay, en todo, algo inexplorado, porque estamos habituados a no servirnos de nuestros ojos, sino con el recuerdo de lo que se ha pensado antes que nosotros sobre aquello que contemplamos. La menor cosa contiene un poco de desconocido. Encontrémoslo. Para describir un fuego que llamea y un árbol en una llanura, permanezcamos ante ese fuego y ese árbol hasta que no se parezcan ya, para nosotros, a ningún otro árbol y a ningún otro fuego”, recomendaba Gustave Flaubert “a todo aquel que cuenta el mundo, literato o informador”.

“Si lo queremos traducir a nuestras circunstancias, diremos: miremos la realidad con tanta atención que logremos olvidar la costra que formaron las palabras dichas sobre ella. Mirémosla hasta que broten nuevas palabras que nos ayuden a decir cada día el mundo. Mirémosla hasta que la verdad que encontremos sea, al menos, la nuestra”, añade mi estimado profesor Joaquín Aguirre.


 

martes, 30 de noviembre de 2010

Declaro inaugurado el Museo Virtual El Jaraíz

Tendrá una presencia constante en la columna de la derecha. Pero hoy, día de su inauguración, se merece una entrada. En él se irán acumulando esos trastos, cacharros, útiles y herramientas, que padres y abuelos se encargaron de cuidar y preservar para sus hijos, nosotros. Cada uno de ellos, tiene su propia historia.

jueves, 4 de noviembre de 2010

El Arca romana: Segóbriga llega hasta Almonacid del Marquesado

Almonacid del Marquesado sólo está a nueve kilómetros de Segóbriga. La influencia de esta ciudad "una de las mejor conservadas del occidente del Imperio  Romano y el más importante conjunto arqueológico de la Meseta", sobre Almonacid,  todavía puede verse en este Arca que protege un manantial de agua, que llega hasta La fuente de los tres caños.



Fotos: Juan Carlos López Bravo

Segóbriga, el día de Todos Los Santos






Fotos: Juan Carlos López Bravo

miércoles, 31 de marzo de 2010

Los peleles: De Francisco de Goya a Almonacid del Marquesado

Entre 1791 y 1792, Francisco de Goya pintó El pelele. Un óleo sobre lienzo de 267 cm x 160 cm, que puede verse en el Museo del Prado. En el comentario del cuadro leemos: “Cuatro jóvenes ríen y se divierten manteando un muñeco o pelele, cuyo movimiento es fruto de su capricho. De origen carnavalesco, visible en el uso de la máscara y de la burla, el juego del manteo de un muñeco es utilizado por parte de Goya como una clara alegoría del dominio de la mujer sobre el hombre”.

Almonacid del Marquesado, fiel a su defensa de la cultura local, mantea el Domingo de Resurrección a los peleles preparados, por las niñas y mujeres del pueblo, el día anterior.

Lo que no cuenta el cuadro de Goya pero sí se recrea cada año en este pueblo de Cuenca es la continuación de la historia. Los hombres no se conforman con ser meros espectadores sino que salen a impedir el manteo, arrancando por la fuerza las figuras de paja de los tendales con que las mujeres los sacuden y levantan. Uno tras otro, son arrebatados todos y después quemados.


Los niños mantienen la tradición

Como en tantas otras costumbres, las madres son las encargadas en Almonacid del Marquesado de que no se pierda el rito, Enseñan a sus hijas a confeccionar los peleles con ropas viejas, que van rellenas de paja (papeles en la actualidad ante la escasez de paja trillada) y cosidas; y a sus hijos, a quitarlos.

El manteo va acompañado de unas canciones que se aprenden por transmisión oral: “El pelele está malo// qué le daremos// agua de caracoles// que crían cuernos// su mamá lo quiere// su papá también// todos lo queremos// ¡arriba con él!”. Esta otra: “Andar mocosillos// andar mocosones// si queréis el pelele// limpiaros los mocones// limpiaros los mocones”.  Una tercera: "El pobre pelele// ya nos lo han quitado// pero los chiquillos// han llevado palos// han llevado palos". Y varias más.

Una representación que, de momento, no ha sucumbido en esta localidad que tan celosamente guarda la cultura heredada de sus antepasados.




 

 

 


 


 




TEXTO: Rosa de Bustos
FOTOS: Juan Carlos López Bravo

viernes, 5 de marzo de 2010

Las palabras olvidadas, en Marías y Lledó





En estos días de hemeroteca me encuentro con pensamientos propios en boca de los grandes.

Dice Javier Marías, en una entrevista concedida al diario El País, el 19 de noviembre de 2009:

En la Academia estoy a gusto, y desde la comisión donde estoy, hemos logrado salvar alguna palabra del diccionario. Uno de los problemas es que está en desuso casi todo. El vocabulario de la gente es más limitado de lo que ha sido nunca. Sería bueno que se empezara a usar palabras olvidadas para recuperar varias de ellas.


Y Emilio Lledó, en un artículo en el mismo diario publicado hace pocos días (Babelia 27/02/2010):

Los residuos de las palabras desactivadas dormitan siempre en el fondo de nuestro ser


miércoles, 24 de febrero de 2010

Gao Xingjian: Literatura en frío




Gao Xingjian
La montaña del alma (fragmento)

Esta es su tierra, y no hay razón para que no se comporten con naturalidad, sus raíces han ido hundiéndose en este suelo generación tras generación, sin necesidad de que vengas de lejos en su busca. En cuanto a los que se fueron de aquí hace tiempo, en su época no existía todavía la estación de autobuses, y menos aún los coches de línea. Por río, había que tomar una barca cubierta de esteras; y por tierra, alquilar una carreta. Si realmente uno no tenía dinero, sólo podía contar con sus suelas. Ahora, todos los que aún tienen un soplo de vida regresan, incluso desde la otra orilla del Pacífico, ya sea en utilitario o en coche de lujo con aire acondicionado. Algunos han hecho fortuna, otros se han hecho famosos, otros no son nada, pero han envejecido y quieren volver. Al aproximarse al final de la vida, ¿quién no siente nostalgia por su tierra?



Gao Xingjian
Por Rosa de Bustos

¡Me he dormido! Puse el reloj a las siete de la mañana pero son ya las ocho menos cuarto. Salto de la cama y de dos zancadas llego hasta el ordenador. Anoche no lo apagué. Muevo el ratón y aparece Gao Xingjian – Microsoft Word. La primera página en blanco. No lo conseguiré. Sólo tengo un día para escribirlo. Imposible. Mañana a las ocho de la mañana sale mi avión para París precisamente y tengo que dejar el ensayo escrito. Imposible. No lo conseguiré. De pronto… ¿Por qué no? Busco en Internet. No tiene página web. Tampoco me sale correo electrónico. Llamo a la redactora jefe de un suplemento cultural a quien conozco por mi trabajo. ¡Lo ha conseguido a través del corresponsal en París! Marco el número. Monsieur Gao n’est pas là. Sí, quiero dejarle un recado. Lo explico y pregunto si tiene correo electrónico. Con toda naturalidad, me lo dan. Le escribo inmediatamente y me pongo a leer algunas cosas sobre él en Internet. Pasa una hora. Estoy mirando algunas pinturas suyas con motivo de la exposición en el Museo Wurth de La Rioja y recibo un nuevo mensaje en la bandeja de entrada. De gaoxingjian@sinismos.fr.  Je suis enchanté de vous recevoir demain chez moi, à cinq heures. J’espère que vous me racontez quelques choses de l’Espagne. ¡Me lo cuentan y no me lo creo!

Son las cinco menos cuarto del lunes 1 de junio de 2009. Estoy sentada en un banco en el barrio popular o suburbio de Bagnolet, frente a la casa del Nobel de Literatura del año 2000. El primer escritor chino que lo recibe. Tengo el corazón como una locomotora, el estómago completamente encogido y las piernas me tiemblan. Esto me supera. Me he dejado en el avión los riojas y el folleto de las exposiciones del Museo Reina Sofía, que me había pedido. ¡Estupendo Rosa de Bustos, empiezas bien! Ya es la hora, debería subir andando para ver si me tranquilizo pero recuerdo que Gao Xingjian sigue viviendo donde lo hacía cuando le dieron el Nobel, en el decimoctavo piso de una torre de treinta. La diferencia es que ahora sus vecinos y el portero ya saben quién es.

Me abre la puerta él personalmente. No me sorprende que lo haga vestido de negro. Había leído que siempre viste de este color. Desde su casa se ve la Torre Eiffel pero si no fuera por esto, esta casa y el barrio podrían confundirse con cualquier otra de Vallecas o Carabanchel.

Sin perder un solo minuto empieza a preguntarme por el trabajo que tengo que hacer sobre él, cómo se llama el seminario, quién es mi profesor, qué otros autores estudiamos, cuál es el objetivo, en qué Universidad, si hay estudiantes de varios países… Sonríe todo el tiempo pero su mirada húmeda delata una tristeza escondida. Es una sombra más de sus acuarelas. Mientras le respondo he ido sacando todos mis artilugios: cuaderno, bolígrafo y grabadora. Poco a poco me he ido calmando aunque sigo sin controlar mi voz temblorosa y todavía no sé muy bien lo que digo. ¡Bravo, la grabadora no me funciona! Me dice que no me preocupe, que él me presta una. Es también uno de sus instrumentos habituales de trabajo. Siempre lee sus textos para ver cómo suenan. Le digo que lo sé, que lo he leído en sus obras. Me pregunta cuáles he leído. La Montaña del Alma, Por otra estética seguido de reflexiones sobre la pintura y En torno a la literatura, le cito. Regresa con una grabadora y me cuenta que la lengua literaria debería poder leerse en voz alta, que tendría que depender no sólo de la letra, sino del oído y que el sonido es el alma de la lengua. Me dice que esa es la diferencia entre el arte del lenguaje y el oficio de la composición literaria. La grabadora ha empezado a funcionar. Le digo que cuando leí estas reflexiones pensé en los cuentos infantiles que se leen a los niños en voz alta, donde la brevedad de las frases, la evocación de los textos, la ausencia de largas descripciones, los distintos juegos de voces del que lee y la musicalidad logran unos efectos mágicos sobre los niños. Me escucha atentamente y puesto que casualmente hemos empezado a hablar del uso del magnetófono, le pido que me explique cómo lo usa: “Mi primer borrador procede de lo que le he contado al magnetófono, y cuando reviso el texto, lo recito en mi interior en silencio. El lenguaje vivo tiene siempre un tono determinado, y someterlo a la prueba de la audición es un buen método para filtrar y pulir los desarreglos de estilo. Las palabras que el oído no acepta o entiende, o bien no han sido dichas con claridad, o bien no tienen razón de ser. Y ¿qué puede transmitir a los demás un autor que no se entiende a sí mismo?”, me dice. Le digo que en España hay un autor ya fallecido, Torrente Ballester, que también usaba el magnetófono como él.

“La lengua está, por naturaleza, ligada al sonido; la escritura es posterior”, continúa hablando y sin quererlo mi mente deja de escucharle para sobrevolar las páginas de La Montaña del Alma, repletas de historias orales que descansan en la memoria, en la historia y en el folklore, y que nos cuentan esos protagonistas sin nombre: “yo”, a veces “tú”, “él” y “ella”. Me gustaría decirle que he tenido la suerte de vivir los últimos años de la oralidad de las historias. Cuando la literatura la hacían los ancianos en torno a la chimenea, en las tardes y noches de invierno. Ellos contaban las que habían heredado de sus antepasados y las que ellos mismos habían vivido. Una y otra vez, con las mismas palabras, similar entonación, mismo tiempo narrativo, idénticos diálogos. Nunca esperé una frase o palabra que no fuera pronunciada en el momento en el que yo sabía que llegaría. Todas se perdieron, ya no queda nadie, tampoco aquí, que las pueda recordar. El eco de sus preguntas en la página 401 de La Montaña del Alma repiquetea aún en mi cabeza: “¿Qué sentido tiene escribir un libro más o menos? ¿Se echará de menos la cultura que haya sido destruida? ¿Y tiene el hombre tanta necesidad de la cultura? ¿Y qué es la cultura?”.

Le pido a mis pensamientos que se concentren en la conversación. Quiero seguir hablando del tema del sonido de la lengua, de la musicalidad del lenguaje y de la relación con el teatro pero no tengo mucho tiempo y aún no hemos empezado la entrevista. Me cuenta que su madre era actriz, que le llevaba con ella a los ensayos y que le hacía recitar encima del escenario. Pienso que de ahí su amor por la palabra hablada, por la obra representada, por el texto interpretado en voz alta, “por la palabra bien dicha”, como recientemente me decía Luis García Montero. El teatro forma parte también de mi educación sentimental. Mi madre no era actriz, era campesina pero su tiempo de descanso lo dedicaba a representar obras de teatro en el pueblo y a coserse su propio vestuario. En mi infancia aún hacíamos obras de los clásicos para las ferias de verano: Historia de una escalera de Buero Vallejo, El enfermo imaginario de Molière y tantas otras que no recuerdo ¡Cómo puedo encontrar tantas coincidencias entre un autor chino, nacido en China, y una chica de un pueblo de Cuenca! Me dije a mí misma que apuntaría todas las palabras locales que me iba encontrando en La Montaña del Alma y al final no lo hice. Pero me gustaría saber si son traducciones exactas –era, palangana, haces…- o el equivalente. Si le pregunto por esto no me va a dar tiempo a abordar con él las cuestiones que me han traído hasta aquí, así es que lo dejo correr. Empiezo a formularle las preguntas de la entrevista que me ha concedido:

- ¿Qué es un escritor?
- No es más que un individuo que habla o escribe: son los demás los que deciden si lo escuchan o leen.
- ¿Debe tener unas cualidades humanas especiales?
- El escritor no es un héroe que intercede por la salvación del pueblo o alguien que merezca ser idolatrado, y menos aún un criminal o un enemigo del pueblo o del poder político.
- Dice usted que la literatura es una actividad solitaria
- El escritor sólo puede conquistar su libertad completa cuando actúa como individuo independiente y no está supeditado a los postulados de ningún grupo o movimiento político.
- Habla de literatura fría y dice que es la que no persigue el adoctrinamiento, la censura política, el compromiso social ni la expresión de los sentimientos. ¿Existe?
- Si existe, es sólo porque el género humano necesita buscar una actividad puramente espiritual que trascienda la simple satisfacción de los deseos materiales. Es una literatura que no data de hoy día, como es obvio. Pero si en el pasado tenía que rechazar ante todo el poder político y la opresión de los usos sociales, hoy ha de oponerse al mercantilismo que impregna esta sociedad de consumo, y para poder sobrevivir se ve abocada a la soledad.

“Cuando siento no escribo”, decía Bécquer. El escritor que logra despojarse de toda influencia o presión, incluso de sus propios sentimientos, y alcanzando ese estado espiritual e interior logra alcanzar una escritura pura, que no persigue un objetivo sino la pura escritura en sí misma. Él la llama escritura fría e inmediatamente en nuestra mente la oponemos a escritura caliente, es decir, la que procede del acaloramiento, bien sea político, social o de la persona. Una imagen que entendemos perfectamente pues en el quehacer diario nos vemos muchas veces sorprendidos por discusiones en caliente que, tras analizarlas, concluimos que las hubiéramos planteado de otro modo si hubiéramos analizado el tema en frío. Me viene a la mente Calvino y sus Seis propuestas para el próximo milenio. Cuando el escritor italiano habla de la levedad del lenguaje como uno de los principios que, a su modo, hay que salvar ¿no está diciendo lo mismo que el Nobel chino cuando habla de escritura fría? Calvino nos habla del lenguaje de la levedad en la literatura en oposición al lenguaje del peso, que nos encadena al presente, sin un pasado ni un futuro; nos ata a un hecho, a un momento, sin contexto. Mientras que el lenguaje de la levedad se queda con la esencia de las cosas, con la esencia del mundo, de la vida y del hombre. Nos habla también Calvino de la rapidez del lenguaje, segundo de los principios que propone salvar. ¿Y no es lo mismo el ritmo rápido de un texto del que nos habla el autor italiano que la musicalidad que busca Gao en sus obras? Así lo creo. Tal vez sea por tenerlo tan reciente pero veo también coincidencia en las otras tres propuestas: exactitud, visibilidad y multiplicidad. Calvino reivindica la exactitud frente al lenguaje abstracto que protagoniza nuestra época, consecuencia dice de la política, de los medios de comunicación, de la educación… Y también Xingjian constata en su obra esta situación del idioma cuando habla del chino actual, prefabricado por influencias occidentales y hecho para estudiantes extranjeros de la lengua, que no tiene ningún pudor en despojarse de las características que le son intrínsecas. La búsqueda por la palabra precisa es común a Calvino y Xingjian. Pero ¡como puedo estar tan ciega! ¿No tienen Borges y Orwell la misma preocupación por la lengua y la escritura que el Nobel chino? El ritmo y musicalidad de la prosa de Borges están en La Montaña del Alma. Es exactamente la misma preocupación y la misma búsqueda de la forma perfecta que se corresponda con el significado preciso. La misma preocupación por la creación de un lenguaje artificial, superficial, vano, hueco, vacío que no puede expresar nada la tiene Orwell y la deja bien expresada en su obra 1984, cuando habla de la neolengua y nos describe aquella sociedad posible en la que las viejas palabras van desapareciendo del diccionario y se van sustituyendo por otros términos sin contenido que se pueden usar como comodines, para un roto y un descosido. La lengua describe una cultura. Si se destruye una lengua se destruye la cultura.

Seguimos conversando. Reitera una y otra vez sus argumentos, al igual que en sus escritos, sobre la literatura solitaria, espiritual, libre de presiones de todo tipo. Esa es la razón de ser de la literatura, según él. Todo está ahí, en La Montaña del Alma. Novela que busca la identidad personal del individuo y también de un pueblo, crítica política a un régimen que arrasó con todo. Con las gentes, con la cultura, con las tradiciones, en definitiva, con el alma de una nación. Pero esta novela contempla más cosas. No en vano tardó siete años en acabarla. “Verano de 1982-septiembre de 1989. Pekín-París”, rezan las últimas líneas. La novela es además una crítica sociológica, reflexión filosófica y reto literario. Un relato en el que todo es posible: personajes sin nombre que existen a través de los diferentes puntos de vista narrativos: yo, tú, él; canciones tradicionales del folclore popular convertidas en cuentos, cuentos convertidos en diálogos, diálogos convertidos en relato oral. Todo ello bajo un tiempo y espacio literarios y no históricos porque aunque es también una novela histórica, la imaginación, ficción y realidad se funden en un texto poliédrico, escrito desde y por la búsqueda de una lengua nueva, la china, capaz de fundir el idioma vivo con el más preciso de la antigüedad. Le escucho y de nuevo me viene a la memoria Borges con su mezcla de géneros y con su mezcla de realidad y ficción para lograr esos textos perfectos. En Borges, como en Gao, historia y ficción, prosa, poesía y ensayo se funden para crear nuevas estructuras y géneros literarios. Y decía Sorela que Calvino no es entendible sin Borges. Cuando el escritor italiano habla de multiplicidad, el quinto elemento que habría que salvar en este milenio, nos explica que “el gran desafío de la literatura es poder entretejer los diversos saberes y los diversos códigos en una visión plural del mundo”. La obra del escritor chino, afincado en París desde 1987 como refugiado político, es la obra dicen sus biografías, de un autor del Renacimiento: “tiende a abarcar el arte en sus distintas disciplinas y en cada una de ellas investiga una forma personal de expresarse mezclando técnicas, estilos y géneros”. Novelista, poeta, dramaturgo, director de teatro y pintor, Xingjian lleva efectivamente sus preocupaciones y búsquedas a todas las disciplinas artísticas que domina. Lo vemos en sus ensayos sobre arte cuando nos sigue diciendo que “el artista jamás ha salvado al mundo” y sigue reivindicando la individualidad como desafío del artista. Esa concepción del arte como un todo, del que por cierto no se escapa la música que necesita escuchar antes de ponerse a pintar y a escribir, le hace privilegiado para lograr esa multiplicidad de la que hablaba Calvino, quien aseguraba que cada vida es una enciclopedia y la multiplicidad del lenguaje literario podrá hacer hablar a lo que no tiene palabra. Igual que Calvino hace literatura del tarot en El castillo de los destinos cruzados, Xingjian hace literatura de canciones populares y de las notas de un biólogo. Mis pensamientos no me dejan terminar esta reflexión sin mencionar otra coincidencia que observo entre el escritor chino y Calvino: la necesidad de que el lenguaje sea visible y que ayude a transformar lo invisible en visible. Mi mente regresa a este piso de París en el que me encuentro con Gao.

Sé que él también fue reeducado durante cinco años. Le pregunto por su familia y este hombre que tiene ahora 69 años intenta hablar con serenidad de aquellos años “indescriptibles” de la Revolución Cultural. Su familia como muchas otras, había sido barrida, empezando por sus padres, que fueron enviados a trabajar en los campos. Su madre murió ahogada en un río y su padre trató de suicidarse. “Lo que pasó en China no se puede imaginar: las masacres de pueblos enteros, el exterminio de cualquier sospechoso de ser acaudalado, el terror que nos perseguía a todos...”.

Quiero cambiar de tema.

- ¿Tiene una teoría sobre la novela?
- Siempre he sido bastante escéptico en relación a cualquier teoría sobre la novela, y ello quizá porque todavía no he descubierto una sola buena novela que se haya beneficiado de los consejos de los teóricos: los modelos rígidos que ellos proponen a su arbitrio sólo sirven para alimentar las modas. Si una novela tiene la forma de novela, es porque el autor así la ha creado, y nada más.
- El capítulo 72 comienza diciendo: “¡Esto no es una novela!”
- La Montaña del Alma es una novela en la que los pronombres personales suplantan a los personajes, las impresiones psicológicas hacen las veces de trama y los cambios de ánimo regulan el estilo; una novela formada por historias involuntariamente relatadas e historias voluntariamente fabricadas, creada a partir de unos a modo de apuntes de viaje que más bien se asemejan a un soliloquio. Si los teóricos consideran que no es una novela, pues no lo es y asunto concluido.

Me cuenta cómo se fue configurando el libro. Hizo tres viajes a la cuenca del Yangtsé entre 1983 y 1984, el más largo de quince mil kilómetros. En ellos configuró la base estructural del libro: “El pronombre de primera persona “yo” viaja por el mundo real y el “tú” de segunda, derivado de él, por la imaginación. Luego surge un “ella” derivado del “tú” y, más tarde, un “él” resultante de la alienación del “yo” a la que conduce la concienciación de “ella”. Grabado está. Sonríe y me explica que el concepto de novela en la literatura china antigua es muy amplio, pues comprende “desde los registros paisajísticos y geográficos hasta los registros de personas y portentos, las fábulas y leyendas, los relatos de maravillas y de hechos históricos, los capítulos eslabonados o las notas de pincel. Yo, en mi intento de romper con la forma de la novela actual, retorno de manera natural a la tradición china y doy cabida en el libro a muchos de sus estilos”.

Se hace el silencio. Acabo de darme cuenta de que estaba sonando música y, de pronto, se ha parado. Era un disco. Se levanta para poner otro. Suena suave, de fondo. Le gusta la música oriental contemporánea, japonesa, coreana, la occidental clásica, especialmente barroca, tiene predilección por la monotonía de los cantos tibetanos.

- Cuando leo sus escritos veo cierta contradicción. Por ejemplo, da mucha importancia al lenguaje pero no se aferra a él.
- Atrapada en el hechizo diabólico del lenguaje, la literatura contemporánea debería volver con frecuencia a ese mundo verdadero que el análisis lingüístico ha dejado al margen. Algunos escritores franceses de mente lúcida han comenzado ya a apelar al retorno a esta verdad. La literatura occidental está en crisis desde hace veinte años porque se ha perdido en el formalismo lingüístico; si esta constante renovación de las formas se desentiende del mundo verdadero, la literatura al cabo perecerá. Yo doy importancia a la forma, pero aún más a la verdad: a una verdad que trasciende la realidad externa y se centra sobre todo en las sensaciones vivas del hombre inmerso en lo real. Si la literatura se sirve del lenguaje es, justamente, para expresar y trasmitir esta verdad, aunque no por ello renuncie a lo imaginario y a lo ficticio.
- ¿La lengua no está hecha para describir?
- Es obvio que la lengua puede extenderse sin límite en toda suerte de explicaciones; pero la útil a la literatura es la que evoca impresiones, y no la que se alarga en exposiciones detalladas.
- ¿Lenguaje actual o el de nuestros ancestros?
- No empleo ni creo en exceso nuevos términos y expresiones, y tampoco me excedo en el uso de palabras poco usuales. Existen muchas palabras ya muertas en el interior de las obras antiguas que jamás volverán a ser usadas, si no es por los eruditos que gustan de citar a los clásicos. Yo me sirvo de la lengua viva. Las palabras de uso frecuente también exigen una reevaluación, pues poseen un gran potencial expresivo fácilmente discernible cuando son empleadas para plasmar nuevas sensaciones. También procuro asimilar las expresiones más vívidas de la lengua coloquial y dialectal, adoptarlas sin atender a límites regionales, sin tener en cuenta si proceden del habla de Pekín, Sichuan o Jiangxi, del mandarín de Nankín o del dialecto de Wu. Sólo me impongo una condición: el lector que no hable el dialecto en cuestión ha de ser capaz de comprender estas expresiones al oírlas o al leerlas. No soy escritor de literatura dialectal ni estoy empeñado en recrear determinado ambiente local; mi único afán es enriquecer el vocabulario, expandir la capacidad expresiva del chino moderno.
- ¿Un escritor debe carecer de actitud política?
- El escritor sólo puede conquistar su libertad completa cuando actúa como individuo independiente y no está supeditado a los postulados de ningún grupo o movimiento político. Mas ello no significa que el escritor carezca de actitud política o ética. Sujeto siempre a la presión y al agobio de la política y la sociedad, tiene, como es natural, cosas que decir, y bien puede pronunciar discursos o hacer declaraciones; pero no tiene necesidad de incorporar todos estos elementos a su propia creación literaria. La inclusión de elementos políticos o sociales en la creación literaria es, creo yo, no tanto un “compromiso” como una “evasión”, pues si el autor recurre a ella, es para contrarrestar la presión que la sociedad ejerce sobre él, para buscar cierta distracción espiritual.
- ¿Hay una fórmula mágica para ser un buen escritor?
- El quid de la creación literaria reside en la creación original del individuo, y no en la imitación. Se trata de un principio de fácil enunciación, pero la verdad es que el escritor siempre tiende a seguir las huellas ajenas, sobre todo las de los autores u obras que más admira.

Ignoro si es el destino el que me ha traído a esta tribuna, pero bien podría asignar tal nombre al cúmulo de circunstancias que han hecho posible este acontecimiento fortuito. No entraré en disquisiciones acerca de la existencia de Dios; baste decir que, aun siendo ateo, siempre he profesado el más profundo respeto por lo desconocido.

¡Un momento! ¡Rebobina!

- Este texto no es tuyo, es de Gao por lo que debería ir entrecomillado.
- ¿Quién habla?
- Soy “tú”
- ¡Caramba! ¡Ya me extrañaba que llevara nueve páginas y aún no hubieras aparecido!
- Nunca es tarde si la dicha es buena
- ¿Por qué apareces ahora? Este ensayo está a punto de acabar
- Dos palabras: destino y Dios
- Tú crees en ambos
- Lo que sé es que Sorela me encargó, sin que yo eligiera, dos ensayos: uno sobre George Orwell y otro sobre Gao Xingjian y con ambos me he identificado completamente. Además, ¿cómo puedo haber leído a Gao al final si no es por el destino?
- ¿Qué quieres decir?

A partir de mi pregunta me cuentas todos los autores que habéis leído, intentado analizar y conocido en el seminario y cómo te has identificado en lo personal y en lo literario con los dos autores que te han sido adjudicados aleatoriamente. A mucha distancia del resto (incluido el de los ojos separados), aunque también hayas aprendido de ellos. Pero lo más sorprendente es que prácticamente todos los escritores que has ido leyendo hasta hoy están en Gao y en su obra. Desde la literatura de viajes de Mathiessen y la histórica de Martín Luis Guzmán, pasando por Saint-Exupery, Cortazar. Wolfe, hasta los ya mencionados Borges y Orwell. Es como si las lecturas hubieran seguido un camino natural cuando ha sido completamente casual. El destino. Con tu mirada iluminada desde lo más profundo de ti por la posibilidad me hablas del destino, constantemente presente en tu conciencia que cada día de este curso ha sido más libre. Cuando voy a partir, me dices que me espere, que aún no me vaya, que quieres hacerme una pregunta. Las mujeres, qué pasa con las mujeres en La Montaña del Alma…Es lo que falta en este ensayo, “ella”, qué significado tiene la mujer en la novela.

Gao Xingjian escucha atento mi pregunta. Por detrás de él, en la pared blanca, cuelga su acuarela titulada La Huida y me parece ver en ese cuadro reflejadas todas las mujeres que aparecen en su novela. Le digo que tengo mucho interés porque no he visto ninguna referencia sobre esta cuestión en las críticas sobre su obra. Me mira y va a contestarme cuando…

Bip, bip, bip, bip

Abro los ojos y apago el despertador.

¡Me he dormido! Puse el reloj a las siete de la mañana pero son ya las ocho menos cuarto. Salto de la cama y de dos zancadas llego hasta el ordenador. Anoche no lo apagué. Muevo el ratón y aparece Gao Xingjian – Microsoft Word. La primera página en blanco.

El ensayo sobre Gao Xingjian me espera.
Escribes el título:

Literatura en frío

Y tras abrir el cuaderno de notas, te pones a escribir…



Este ejercicio fue escrito en junio de 2009 para la asignatura
NUEVAS TENDENCIAS DE LA ESCRITURA: TEORÍA Y PRÁCTICA
MASTER EN PERIODISMO, ESPECIALIDAD PERIODISMO Y DIVULGACIÓN
Profesor Pedro Sorela Cajiao.
Dpto. Periodismo I
Facultad de Ciencias de la Información
Universidad Complutense de Madrid


BIBLIOGRAFÍA

- FEBBRO, Eduardo (2000): “Yo siento y vivo a través de la literatura”, Página 12 (http://www.pagina12.com.ar/2000/00-10/00-10-13/pag29.htm )
- GAO, Xingjian (2004): La Montaña del Alma. Barcelona. Planeta
- GAO, Xingjian (2004): Por otra estética seguido de reflexiones sobre la pintura. Barcelona. El Cobre Ediciones
- GAO, Xingjian (2004): En torno a la literatura. Barcelona. El Cobre Ediciones. Edición en pdf (http://www.scribd.com/doc/7021502/Xingjian-Gao-En-Torno-a-La-Literatura )
- SHAN, Sa (2001): “Shan Sa y Gao Xingjian, en la montaña del Nobel”, El Cultural (http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/769/Shan_Sa_y_Gao_Xingjian_en_la_montana_del_Nobel/ )
- SILES, Jaime (2001): “La Montaña del Alma”, El Cultural (http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/766/La_montana_del_alma/ )
- VILLANUEVA, Darío (2003): “En torno a la literatura”, El Cultural (http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/8280/En_torno_a_la_literatura/ )
- PDF sobre la exposición de Gao Xingjian en el Museo Wurth de La Rioja, del 5 de diciembre de 2008 al 30 de abril de 2009 (http://www.museowurth.es/pdf/gao_xingjian.pdf )

domingo, 3 de enero de 2010

Las perolas

En la puerta de mi calle
en la acera
mientras veo a la gente pasar
busco unas piedras
y a las perolas me pongo a jugar.

Cinco piedrecitas redondas
tengo ya
ninguna de yeso, que se romperán
tampoco guijarros, que se resbalarán
y desecho las falsas piedras, que se desharán

Las cinco encuentro
entre la tierra
sé buscar.

Me siento en la acera
¡caliente está!
Es primavera
y en la calle los niños
quieren jugar.

Mi madre pinta de verde
la puerta de madera.
Mi abuela y mi padre le han ayudado
a la fachada blanquear

Empiezo a jugar
lanzo todas
pero muy separadas
no me pueden quedar

Cojo una
y calculando la distancia
la lanzo hacia arriba
mientras mi mano
veloz
recoge las otra cuatro y espera que
la primera venga con las demás.

Rosita ¿Puedo jugar?
¡Claro Anita!

Empieza

¡A mis unas!

enela
sevela
cantitos
de piedras
negras

¡A mis dos!
Sán Antón

¡A mis tres!
San Andrés

¡A mis cual!
San Pascual

El cinco
(con el kiko)
entraña dificultad
(siempre me pillo
pero me da igual)

Cantos
convertidos
en perolas
y juegos.

Allá.

En las calles
del lugar.